Opinión

Votar contra viento y marea

Por Patricia Vargas Bryan

Las campañas electorales se convierten cada vez en espectáculos más vergonzosos de lo que son capaces candidatos y partidos por alcanzar el poder tras los comicios. No sólo ellos, sino también las agencias de marketing, están dispuestas a utilizar todas las estrategias posibles, sin importar el contenido de sus mensajes, para conseguir simpatía de algún sector en específico de la sociedad: hablan  de inversión ante empresarios, bailan cumbias en colonias populares, firman cualquier compromiso con sociedad civil sin revisarlos (y sin la intención de llevarlos a cabo), se disfrazan de lo que sea con tal de ganar un “like” en Facebook, con la esperanza de que se convierta en un voto.

Las campañas políticas, junto a los pésimos resultados de administraciones de cualquier partido, en cualquier nivel de gobierno, parecen alejar a la ciudadanía de las urnas, en lugar de motivarla a participar en esta débil democracia. Pero en este espacio me he propuesto enlistar tres mínimas razones por las que creo que es importante no sólo salir a votar este 6 de junio, sino invitar a más personas de nuestro entorno a hacerlo:

  1. Porque las elecciones nos cuestan a todos. Este año, el presupuesto autorizado para el Instituto Nacional Electoral fue de 26,819 millones de pesos. Los partidos alcanzan poco menos del 30% de ese presupuesto para repartirse y cubrir sus gastos de campañas, que al final del proceso terminarán la mayoría en procesos de impugnación, a lo que deberá sumarse más presupuesto a instituciones judiciales. Abstenerse de votar es desperdiciar de alguna manera ese presupuesto.
  2. Porque a los corruptos les conviene la apatía. Entre menos ciudadanos nos interesemos en participar en asuntos públicos, la cancha queda más libre para cometer fechorías. Menos votantes frecuentemente también es síntoma de poco interés por la vida política, que a su vez se traduce en menos vigilancia a la función pública, mayor opacidad y mala administración de los recursos públicos.
  3. Porque la democracia es un logro ciudadano. La historia de la democracia en México ha sido labrada, literalmente, con sangre del pueblo que luchó contra la opresión de gobiernos autoritarios en el pasado. Instituciones como el INE y los institutos estatales se conforman legalmente por ciudadanos autónomos que deben vigilar la validez de los procesos electorales. También debemos reconocer que en la práctica, se constituyen a partir de cuotas partidistas y cuates. Pero insisto, transformar las instituciones es parte de la tarea pendiente de la ciudadanía y las organizaciones sociales, que debemos concentrar esfuerzos en defenderlas y fortalecerlas democráticamente.

Desistir es perder la batalla contra quienes se benefician inmoralmente del trabajo duro y honesto del pueblo. Sencillamente no podemos hacerlo. Sea cual sea la preferencia, o la evaluación que hagamos sobre méritos o desempeño, hagamos uno y todos los intentos necesarios por hacer nuestra la jornada electoral. Acudamos a las urnas con la convicción de votar, de participar libremente, de observar posibles irregularidades y denunciar ante las autoridades si es necesario hacerlo.

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