Tenemos derechos humanos, pero no los conocemos y mucho menos los exigimos
Por Moisés Picazo Salazar
Volvemos al problema de siempre. Nos han mantenido en estado de orfandad cívica a nosotros los ciudadanos, al pueblo, como está de moda decir ahora, y nunca nos han dejado saber que tenemos derechos, que podemos ejercerlos y mucho menos que podemos exigirlos.
Veamos sus características que son fundamentales:
Universales: Para todo ser humano. : Aquí cabe una pequeña aclaración pues hay mucha confusión, desconocimiento o prejuicios, como se indica, son para todos, hombres o mujeres, niños o personas mayores, ricos o pobres, flacos o gordos, chaparros o altos, feos o bonitos, heterosexuales o LGBTI, ateos o creyentes, etc.
Inherentes: Que es esencial y permanente en un ser o en una cosa o no se puede separar de él por formar parte de su naturaleza y no depender de algo externo.
Integrales: Que comprende todos los aspectos o todas las partes necesarias para estar completos, de respeto unos, pero otros no, esto no es posible.
Imprescriptibles: Que no puede perder vigencia o validez. «Derechos imprescriptibles.
Irrenunciables: Que no puede ser objeto de renuncia. «Los derechos humanos irrenunciables».
Exigibles: Que pueden o deben ser exigidos. Todos son exigibles, puesto que tenemos derecho a todos.
Si analizamos las condiciones que estamos viviendo o padeciendo en el país, y ahora más graves por la pandemia, veremos que nuestros derechos humanos fundamentales van en decremento y ninguna instancia de gobierno se preocupa por remediar esta situación.
A manera de ejemplo veamos algunos de estos derechos humanos fundamentales, el derecho a la salud, el derecho a la alimentación, el derecho al trabajo, el derecho a la seguridad en nuestras personas y bienes, el derecho al agua, el derecho a la educación, derecho a la vivienda, derecho a un medio ambiente sano, derecho a un nivel de vida digna y adecuada, derecho a la libertad, todos somos inocentes mientras no se nos demuestre lo contrario, derecho a un debido proceso, libertad de expresión, derecho a la información, a la libertad religiosa, participación en asuntos públicos como gasto, presupuesto, obras, elecciones libres, democracia participativa, derecho a un sistema de procuración y administración de justicia adecuada, etc.
Podemos seguir con la lista y la pregunta que se antoja es: como mexicanos habitantes y ciudadanos de este país, ¿podremos decir que al menos con alguno de estos derechos estamos satisfechos pues se protegen y se cumplen para nuestro beneficio? Me atrevo a opinar que más bien es al revés y estamos en total estado de indefensión pues el gobierno en sus diferentes instancias, municipal, estatal y federal son de los que debemos cuidarnos y protegernos, recuérdese que son ellos los que los violan y atropellan pues un particular no lo hacen, en todo caso cometen un delito contra nosotros.
La pregunta de siempre ¿Qué podemos hacer para que nuestros derechos humanos no sean tan violentados y exigir que se respeten? Nosotros como ciudadanos y sociedad civil somos quienes debemos atarle las manos al gobierno, conociendo nuestros derechos, ejerciéndolos y exigiéndolos, pues no hay de otra ya que los políticos y sus partidos no moverán un dedo para actuar con rectitud.
La reforma de 2011 en la materia concretó mejores fórmulas jurídicas para acompasar el reconocimiento constitucional de los derechos humanos con garantías y mecanismos más eficaces que los protejan. Así, el peso específico de la misma gravita en la nueva redacción del art. 1o. constitucional, en el cual se declara puntualmente que en los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en la Constitución y en los tratados internacionales de los que México sea parte, de igual manera que de las garantías para su protección. La incorporación del término “derechos humanos” y la enunciación de los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad, con los cuales todas las autoridades en sus distintos ámbitos de competencia quedan obligadas a su promoción y respeto, al tiempo de protegerlos y garantizarlos, representa un esquema normativo que tenderá a fortalecer su observancia.
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