Responsabilidad ciudadana para regresar a la normalidad
Por Patricia Vargas Bryan
Este año en particular nos ha enfrentado, como individuos y como integrantes de organismos de la sociedad civil, a retos particularmente complejos que requieren de mayores capacidades y herramientas más sofisticadas para salir adelante.
La pandemia trajo consigo un número interminable de frentes para analizar, debatir y tratar de atender de manera inmediata. Sin embargo, algunos de estos procesos pueden aprovecharse, en la medida en que se documenten y analicen con rigor suficiente, para trazar vías a mediano y largo plazo en la construcción de mejores formas de convivir y desarrollarnos como comunidades.
En el ámbito de la educación, las medidas de distanciamiento evidenciaron que las escuelas no ofrecen las mismas oportunidades ni cuentan con la misma capacidad para responder ante la emergencia. Más allá de la evidente diferencia en términos de infraestructura y acceso a nuevas tecnologías entre escuelas y estudiantes de públicas y privadas, la necesidad de continuar con programas a distancia significa también una carga adicional en los hogares en los que padres de familia han tenido que seguir trabajando fuera de casa en actividades esenciales.
A nivel de servicios básicos, una crisis sanitaria pone también en el ojo del huracán al abasto de agua potable y sistemas de recolección de basura, pues la mala calidad de estos servicios nos vuelve más vulnerables a contraer este virus o un gran número de enfermedades. Lavarse las manos frecuentemente, en gran parte de nuestro México, es imposible gracias a recortes al servicio y falta de acceso universal al agua potable.
Las ciudades tampoco están preparadas para movernos de un lado a otro de manera sana y sustentable. En las grandes metrópolis como la Ciudad de México y Guadalajara, como en otras partes del mundo, hemos visto que se habilitan carriles exclusivos para bicicletas como medida para evitar aglomeraciones en metros o autobuses. En La Laguna como en muchas otras ciudades, hay grandes tramos de vialidades diseñadas exclusivamente para el tránsito en coche, por lo que ni siquiera es posible caminar de manera segura.
El sistema de instituciones de salud, la seguridad pública, el desarrollo económico, la coordinación entre los tres niveles de gobierno, la rendición de cuentas, el combate a la corrupción… todos los dolores de cabeza que ya eran habituales en nuestro país y nuestra región, rebasan la capacidad de todos los gobiernos y también de las organizaciones para articular reacciones a la altura de las necesidades concretas.
Es poco, pero muy importante, lo que podemos hacer en medio del caos cada uno de nosotros para contribuir a superar estos problemas: quedarnos en casa, en la medida de las posibilidades; evitar reuniones familiares o eventos sociales; mantenernos informados y evitar la propagación de noticias falsas o rumores; observar y participar en los ejercicios ciudadanos que se han abierto en plataformas digitales para continuar exigiendo transparencia y rendición de cuentas a gobiernos locales e instituciones federales; solidarizarnos con aquellos miembros de nuestra comunidad que han perdido su trabajo, que necesitan apoyo en el cuidado de sus hijos para continuar trabajando, o que ofrecen productos y servicios locales.
En PC29, igual que otras organizaciones de La Laguna, sabemos la importancia de regresar a las actividades normales, pero invitamos a que la ciudadanía atienda las medidas que nos ayuden a prevenir más contagios. Hacemos también un llamado a las autoridades municipales y estatales a reconocer que este no es un momento para ganar simpatías electorales. Las diferencias partidistas no deben marcar la agenda de prioridades en las gestiones gubernamentales. Los laguneros merecemos mejores gobiernos, y como ciudadanos organizados, seguiremos exigiendo que se atiendan estos y otros temas pendientes, como un regreso a la normalidad de manera responsable.
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