Reprueban trabajo del Congreso, pero miles quieren ser legisladores. ¿Por qué será?
Por El Financiero/5 de marzo de 2015
Los niveles de aprobación del trabajo del Congreso son particularmente bajos. Y así ha sido a lo largo del tiempo. En la serie de Parametría, la cual empezó a evaluar al legislativo desde 2002, muestra que la calificación del trabajo de los diputados y senadores es consistentemente baja a lo largo del tiempo. En enero de este año, más de la mitad de la población dijo desaprobar la forma en la que los diputados federales y los senadores realizan su trabajo (54 por ciento y 56 por ciento, respectivamente) y únicamente tres de cada diez aprobaron en cierta medida al Congreso.
Por ello resulta irónico que haya tanto interés entre los integrantes de diferentes partidos por ser miembros del Congreso. En días recientes no sólo ha habido gran interés público en saber los nombres de los candidatos a diputaciones de mayoría, sino también los de representación proporcional. Es paradójico que se quiera ser miembro de una institución con niveles de aprobación tan bajos.
Antes de 2000, en las administraciones presidencialistas de los gobiernos priistas, el Congreso era un poder desconocido para el ciudadano. Antes de la administración del expresidente Fox el Congreso era un ente más bien ausente para el ciudadano promedio. La celebre frase: “El presidente propone el Congreso dispone” abrió un capítulo inédito en la relación entre Ejecutivo-Legislativo, pero sobre todo hizo que este último se hiciera presente ante la opinión pública.
En la Cámara de Diputados, la actual legislatura presenta mejores porcentajes que la anterior, aunque los números negativos han subido en los últimos meses, seguramente derivado de la aprobación de las reformas, entre ellas la financiera y la energética, las cuales fueron fuertemente cuestionadas.
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