Opinión

Por el bien de todos nos debemos interesar

Por Miguel Ángel Ordaz

Que la seguridad patrimonial y personal de todos los mexicanos sea garantizada y que se generen las condiciones necesarias para que se tenga acceso a mejores oportunidades de crecimiento y desarrollo personal, profesional y familiar; así muy abreviado, estas son las dos obligaciones fundamentales del Estado. 

Para ello requiere de un gobierno (que no solo es el Poder Ejecutivo) que esté bien estructurado, que sea funcional, que cuente con las instancias, instituciones, reglas, procesos y medios necesarios para hacer realidad este par de obligaciones. Se puede decir que México cuenta con todo esto; sin embargo, a pesar de ello, no se han podido cumplir.

La emergencia que implica la pandemia del Covid-19, ha desnudado ese traje de buenas intenciones. Las estructuras, reglas, procedimientos, instancias e instituciones creadas para atender la obligación de garantizarnos seguridad patrimonial y personal, no han servido si consideramos el estado en que se encuentran la seguridad, el combate a la violencia y la corrupción en el país. El bienestar que debemos tener todos los mexicanos, también ha dejado mucho que desear. En materia de salud pública, la deficiencia e insuficiencia son sus características a pesar de que se ha contado con el presupuesto para ello, y aunque tenemos instituciones de salud de primer nivel, no han alcanzado para beneficio de todos.  

Así como la inseguridad, la salud y la corrupción (para lo que se han creado instituciones que combatan y prevean los problemas que implican), así está toda la estructura gubernamental; por esta razón, es necesario que nos interesemos en conocer a esa bestia que se llama gobierno y por el bien de todos, poner interés específico sobre la integración, distribución y aplicación del presupuesto. 

Ningún ente organizado funciona sin dinero, como tampoco sin el personal calificado que sea necesario para atender su tarea sustantiva. La intentona de la semana pasada por reformar la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria (LFPRH) para que el presidente pudiera disponer a su antojo, criterio y discreción del dinero necesario para enfrentar la emergencia sanitaria y económica, sin tomar en cuenta la aprobación del Congreso, representa un paso para fortalecer el autoritarismo presidencial, fase anterior de un gobierno autócrata, y este, de una dictadura. Claro que el intento se paró, pero nada impide que en el período ordinario que inicia el 1 de septiembre próximo, se formalice la presentación de una iniciativa de reforma que dé paso a esa intención. 

Por el bien de todos, y aprovechando los efectos vistos y por venir de esta múltiple pandemia, tenemos la oportunidad de cuestionarnos sobre el rol que debemos jugar a partir de ahora, y de cuestionar lo que no funciona y no sirve del gobierno, los planes y programas que buscan mantener el statu quo, y de los intereses de todos los políticos y sus aliados que pronto regresarán a pedirnos el voto. 

De esta manera visto, al menos dos asuntos deben tener nuestra atención: el análisis y discusión de la percepción de que los políticos y el gobierno son los únicos que saben sobre lo que se debe hacer y disponer, y que nosotros los electores les damos el mandato a los elegidos mediante el voto, y por ello se convierten en mandatarios (los que obedecen el mandato), y nosotros en los mandantes (los que otorgan el mandato).

Esto implica que debemos involucrarnos en la revisión de todo el sistema de elección que transforma el acto en gobierno por la vía de la representación. Ya nos visitarán muy pronto los que buscan el mandato, ¿qué les vamos a decir, a exigir, cambiar o decidir? 

El mes de septiembre y la discusión del presupuesto y del interés por reformar la ley en la materia están a la vuelta de la esquina, por ello debemos de involucrarnos en conocer las reglas que permiten atribuciones, que por legales no dejan de ser injustas, y en cancelar las intenciones de un regreso al autoritarismo presidencial, como calificó Juan Linz al sistema de gobierno mexicano.

No debemos volver a subirnos al carrusel, debemos empezar a construir las vías del tren que tenga un destino preciso. Nos dijeron hace unos días, hablando de la emergencia y urgencia sanitaria, que estamos viendo al final del túnel la luz de la salida, pero nosotros tenemos todo el derecho de ver la luz de la máquina del tren que se acerca.   

Si le escarbamos a otros temas como la obra pública, las compras y contratos, los servicios públicos, la promoción de la cultura, los trámites para obtener concesiones en materia energética, y demás que se le venga a la mente estimados lectores, nos daremos cuenta que debemos de abandonar el carrusel.

En PC 29 estamos discutiendo sobre estos temas y elaborando propuestas; si te interesa participar, acude a nosotros, te decimos cómo.

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