(23-09-2015).- La timidez me está ganando. Escribir una carta no me había suscitado tantos mariposeos estomacales desde que a los 6 años le declaré mi amor por correo a la ficha amarilla de Parchís. Pero a pocos días de su partida, no podía dejar de despedirme de nuestro Gobernador Rodrigo Medina.
Aunque a lo mejor en un futuro me lo encuentro en el River Walk de San Antonio, en Almoloya o en un concurso estatal de Nintendo Wii, desearle suerte a toro pasado se vería mal.
El primer obstáculo en mi noble intención fue el saludo. Desde siempre, las maneras de dirigirte a alguien en una misiva han sido limitadas. No van más allá de Estimado, Querido y Apreciado. Como si uno sólo le escribiera a los amigos. ¿Por qué las cartas no pueden comenzar con un Odiado Fulano o Nada Apreciado Perengano?
Venciendo ese inconveniente caí en otro: ¿de tú o de usted? He ahí el dilema. Los políticos están acostumbrados a que al asumir sus cargos pasen de Rodri a Señor Gobernador y de Quique a Su Alteza Serenísima.
Tendré que ser un aguafiestas rompeprotocolos, honor a quien honor merece y deshonor a quien deshonor merece.
No tan estimado Rodrigo:
Hace poco declaraste que te ibas satisfecho de tus seis años comandando el Gobierno de Nuevo León. El diccionario define ese estado físico como el sentimiento de bienestar o placer que se tiene cuando se ha colmado un deseo o cubierto una necesidad. ¿Qué necesidades cubriste siendo Gobernador, Rodrigo?
Tuviste el privilegio al que pocos acceden, pudiste hacerle un bien a tu país, dejar un legado o provocar el orgullo de tus hijos, mas decidiste satisfacer necesidades inmediatas que te llevarán lejos en el mundo pragmático, aunque te cerrarán las puertas de la posteridad.
¿Han practicado tú y tu esposa la explicación que le darán a sus hijos de la vida económica desahogada que llevarán? ¿Existe fórmula matemática que haga cuadrar su paso de un pequeño town house a una mansión en Las Misiones con un sueldo de poco más de 200 mil pesos mensuales?
Te lo está diciendo un descendiente directo de un Gobernador, que no vio a su abuelo entre lujos, bienes millonarios y cuentas en Suiza. ¿Te has preguntado qué preferirían tus niños? A 100 años del natalicio de mi abuelo, con gran orgullo sigo asistiendo a homenajes y presentaciones de libros sobre su Gubernatura. En algunas décadas el recuerdo que tendrán tus descendientes de ti serán las propiedades y los centavos que hayan sobrevivido al despilfarre.
Quizá yo estoy equivocado y tus hijos van a estar felices con ese legado material, pero existe también la posibilidad de que, a pesar de tu ejemplo, sean gente íntegra y se avergüencen de una herencia hedionda que desde ahora les empieza a costar. ¿O acaso no has notado un cambio entre los compañeritos de la escuela y sus papás? ¿Han puesto algo de distancia, no? ¿Cuál será el peso con el que van a cargar tus vástagos durante toda su vida por la buena o mala suerte de ser tu sangre? ¿Pensaste en eso mientras tomabas decisiones?
Sé que muchos políticos roban por tener un lugar entre la "high society", que a veces es incapaz de distinguir dinero bueno del malo, pero debo decirte que tu caso está complicado. Los nuevoleoneses te odian, Rodrigo. No sólo llegaste a la Gubernatura sin merecerlo, estando ahí, en lugar de dar la sorpresa saqueaste las finanzas. Te levantas el cuello por Fuerza Civil, que no fue una iniciativa tuya, sino de la IP. Te sientes orgulloso de la inversión extranjera, aunque ni esa área dejaste libre de corrupción.
No te preocupes, Rodrigo, todavía puedes tener un lugar en algunos rincones de la sociedad encumbrada. Para eso están todos los amigos a los que hiciste ricos. En una de ésas hasta te invitan de consejero a sus empresas o te regalan unas casas de sus fraccionamientos. Tampoco descartes casar "bien" a tus hijos y apostarle a la amnesia de la gente.
¿Qué vas a hacer ahora, Rodrigo? Estás llegando a la plenitud de la vida y ya diste lo que tenías que dar. ¿Escribirás tus memorias? ¿Darás conferencias? Se acabaron las caravanas, el séquito de achichincles y los privilegios. ¿Valió la pena? ¿Te arrepientes de algo o cartera llena, corazón contento?
(Des)atentamente,
Tu(nada tuyo) seguro(inseguro en esta ciudad) servidor.
Andrés Clariond Rangel
Fuente El Norte