Opinión

Periodismo y activismo para combatir la corrupción y sus violencias

Por Patricia Vargas Bryan

El fenómeno de la corrupción a nivel mundial revela un entramado de redes y acuerdos ilícitos para el desvío de recursos públicos y privados en detrimento de la sociedad en general, pero de los más pobres en particular. Según informes del Foro Económico Mundial, el costo actual de la corrupción equivale a más del 5% del PIB mundial, alrededor de dos y medio billones de dólares.

Tan solo en África, según Oxfam Internacional, la evasión de impuestos implica pérdidas por 14 mil millones de dólares al año. Recursos que podrían utilizarse en cubrir necesidades básicas como alimentación, servicios de salud y educación para niños y niñas del ya de por sí precarizado continente africano.

La pobreza y desigualdad que padecen la mayoría de los países del mundo, pero especialmente en América Latina, generan a su vez otra serie de problemáticas sociales, como la delincuencia y la inseguridad. Transparencia internacional señaló que los mayores niveles de pago de sobornos en 42 países estudiados, provienen de personas jóvenes con menores tazas de alfabetización.

La corrupción, más allá de los desvíos de recursos necesarios para generar desarrollo equitativo, está vinculada también con altos índices de impunidad, pérdida del estado de derecho y desconfianza generalizada de la población hacia las instituciones de gobierno.

Esta realidad que conocemos bien en nuestro estado y país, dificulta aún más la construcción de una cultura de paz. La ONU ha trazado 17 objetivos para transformar al mundo: Objetivos de Desarrollo Sostenible. Aunque sólo el número 16 enuncia específicamente a la Paz, Justicia e Instituciones Sólidas, la corrupción plantea obstáculos para el cumplimiento de cualquier otro de los ODS en cuanto a que permea toda interacción de la ciudadanía con las instituciones de seguridad social, servicios públicos, impartición de justicia y cuidado del medio ambiente.

La misma UNESCO ha planteado la promoción de una cultura de paz como uno de sus objetivos principales. Le definen como una serie de valores, actitudes y comportamientos que rechazan la violencia y previenen los conflictos.

En ese sentido, entonces, entendemos que los conflictos y las violencias que se reproducen en naciones como México, son alentadas, e incluso propiciadas por un Estado incapaz de atenderlas pues su misma estructura está plagada de comportamientos violentos hacia la sociedad a la que dice atender. Cuando las policías estatales en Coahuila, por ejemplo, registran año con año un alto número de denuncias ante la Comisión de Derechos Humanos por abusos y uso de fuerza excesiva por parte de sus elementos contra la ciudadanía más empobrecida, y las propias instituciones encargadas de impartir justicia protegen a las corporaciones y no a sus víctimas, estamos como sociedad atados de pies y manos para combatir la inseguridad, rechazar las violencias y prevenir más conflictos.

Las organizaciones que hemos dedicado esfuerzos por combatir o disminuir los altos índices de corrupción, opacidad e impunidad, hemos encontrado en el periodismo de investigación a un gran aliado en nuestra lucha contra un fenómeno que parece el monstruo de las mil cabezas, cada una más fuerte y peligrosa que las demás, y cada vez más complejas. Entre más frentes podamos sumar a la batalla contra esas inercias, contaremos con una gama más amplia de recursos y herramientas.

A nivel nacional, uno de los casos más emblemáticos de esta alianza entre periodismo y trabajo de la sociedad civil organizada, ha sido la revelación de una red de corrupción y desvíos entre universidades autónomas estatales y secretarías federales, en una investigación conjunta entre Mexicanos Contra la Corrupción y el medio digital independiente Animal Político. “La Estafa Maestra” encontró una red perfectamente aceitada para cometer toda clase de trampas para desviar dinero público hacia empresas fantasma a través del estudio, la investigación y sistematización de datos complejos y numerosos.

Aquí en Coahuila, PC29 ha emprendido trabajo colaborativo con otro medio digital e independiente: Red es Poder, para analizar el comportamiento de las legislaturas locales año con año, e informar a la ciudadanía cómo se utilizan los recursos del Congreso, qué iniciativas se presentan, cuáles diputados asisten a las sesiones, cuánto cobran por presentarse a reunión de sus comisiones, cuáles temas estuvieron en la agenda con mayor respaldo y qué injerencia tiene el Ejecutivo en el Legislativo.

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Mientras que los medios tradicionales continúan dependiendo en gran medida de la publicidad pagada por los gobiernos, y por lo tanto limitados editorial y presupuestariamente para emprender investigaciones de largo aliento, las OSC y medios independientes apostamos a la necesidad de informar verazmente a la ciudadanía sobre lo que pasa con el dinero de todos, con las obras públicas, con los contratos, con algunas compras excesivas o gastos superfluos que hacen los funcionarios. Para nosotras en PC29, combatir la corrupción es nuestro principal objetivo, para los medios independientes, ocupar un espacio entre todas las opciones informativas que les diferencie y les agregue valor y prestigio.

En alianzas estratégicas, periodistas y activistas, hacemos lo que está en nuestras manos para construir una cultura de paz. Rechazamos las violencias que genera la corrupción directa e indirectamente, porque creemos seriamente que ahí está la posibilidad de evitar conflictos.

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Web: www.pc29laguna.org.mx

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