Opacidad reina en el Ayuntamiento de Torreón
Por Alejandro Buendía
El pasado tres de abril, el Ayuntamiento de Torreón, encabezado por Jorge Zermeño Infante, dio a conocer que el Instituto Coahuilense de Acceso a la Información los evaluó con 98.89 puntos en materia de transparencia, sin embargo, esta calificación, que raya en la excelencia, dista mucho de las pruebas tangibles que se ven día a día en el municipio.
Durante el reconocimiento, las autoridades del ICAI no especificaron cuáles fueron los elementos que tomaron en cuenta para brindar tal calificación, aunado a que fue el propio Jorge Zermeño quien dio a conocer tan “importante logro”.
A partir de este contexto, la primera conclusión a la que llegamos fue que, nuevamente, la autocrítica no existe, ya que, si ésta formara parte importante dentro de la toma de decisiones de las autoridades municipales, no etiquetarían como “excelente” a su administración.
Una cosa es contestar puntualmente a una solicitud de información, y otra muy distinta a satisfacer totalmente la pregunta, el cuestionamiento o la duda de los ciudadanos.
En mi caso particular, en innumerables ocasiones he solicitado información referente a obra pública, sin embargo, los responsables de la unidad de transparencia del municipio sólo se limitan a contestar con enlaces que, o no funcionan, o no contienen con precisión la información requerida.
Como si esto no fuera suficiente, al solicitar copia de cualquier tipo de documento; factura, contrato, licitación, o un avance de gestión financiera, la autoridad municipal escanea el mismo, proporcionando un archivo prácticamente ilegible y sin opción para poder hacer un rastreo de datos.
Estos dos ejemplos puntuales, son sólo una prueba de que las conductas que practica la administración municipal son ajenas a cualquier hábito que fomente la transparencia y la rendición de cuentas.
En otro espacio y en otro momento, analizaremos cuántas obras públicas de las que han sido financiadas con recurso municipal han pasado por un previo concurso y una licitación pública. La mayoría de ellas, gracias a un puntual rastreo se adjudicaron directamente o, en su defecto, se licitaron a través de un proceso de invitación.
Así, vislumbrando la actitud de la administración municipal, podemos concluir que la opacidad es una de sus principales características. Las buenas costumbres que proponen entidades como la Secretaría de la Función Pública o los propios reglamentos internos no son acatadas.
Hace 16 días el Ayuntamiento y el Instituto Coahuilense de Acceso a la Información se congratularon por la “excelente” calificación de la administración municipal encabezada por Jorge Zermeño Infante, pero hoy, desde la brecha ciudadana, afirmamos que tal condecoración, está a kilómetros de convertirse en verdad.