Multiculturalismo: derecho de los pueblos red es poder
Opinión

Multiculturalismo: derecho de los pueblos

Por Luis Alberto Vázquez

El desarrollo de los derechos proteccionistas ha fecundado modelos normativos cada vez más humanistas y cercanos a la identidad de las personas. La primera generación ofrecía las conocidas “Garantías Individuales” surgidas en el liberalismo del siglo XVIII y llevadas a la realidad en la independencia norteamericana y la revolución francesa.

Llegó la generación de “Derechos Sociales” que tuvo como cabeza de playa la constitución mexicana de 1917. Pero estos dos prototipos seguían sin proteger a los pueblos autóctonos de todos los continentes, especialmente en su identidad total: lengua, costumbres, religión, usos sociales y hasta vestimenta típica o construcción de sus hogares según milenarias usanzas.

En los últimos tiempos ha surgido una conciencia ética enfocada a los derechos indígenas que institucionaliza políticas y legislaciones que van más allá de la “integración” que tradicionalmente ha destruido a dichos pueblos a través de la violación constante de su legitimidad como poseedores innatos de su hábitat. Hemos sido testigos con profundo desagrado y hasta sintiéndonos personalmente agraviados, por propuestas políticas que evitan desarrollar a los pueblos indígenas en general, pero más esencialmente a los del sureste mexicano. Surgen críticas y oposición para que se envíen recursos nacionales que permitan su crecimiento y no falta político vesánico que regurgita: “Si México no =cargara= con los estados de Chiapas, Oaxaca y Guerrero, el país sería potencia emergente”. En clara alusión a que son entidades de mayoría indígena. Lo peor de esta tóxica ideología es que sus patéticos correligionarios de partido político le aplauden. Destaca además el desprecio y la burla sardónica del consejero presidente del INE a indígenas que solicitaron su atención oficial; magistrales lecciones de “calidad moral” de estos políticos xenofóbicos.

Somos muchos quienes consideramos la diversidad cultural como un portento; nos nutre de vivencias históricas además enriquece nuestro carácter como nación y pueblo; engrandece nuestra memoria nacional con leyendas milenarias y nos ofrece oportunidades de alcanzar niveles de grandeza comunitaria; esa, de la que mucho presumimos, pero despreciamos a los descendientes de sus autores.

El estereotipo “indígena” tiene una connotación despectiva, su origen virreinal y más tarde bajo las dictaduras criollas, quiere significar atraso y busca justificar la asimilación a la sociedad en desarrollo; pero en el fondo es un temor al justo reclamo de derechos ancestrales sobre territorios y soberanía por parte de los pueblos autóctonos, auténticos propietarios originarios de su terruño.

La Multiculturalidad es una actitud ética y social que exige valores de libertad, tolerancia, igualdad y pluralismo que permitan respeto irrestricto a la diversidad étnica, cultural o nacional. El multiculturalismo pretende, mediante políticas gubernativas y sociales, la transformación de una amplia nómina de normas e instituciones humanitarias, con el fin de ser imagen fidedigna de la diversidad de procedencias y relaciones culturales; sostén de la identidad racial. Se opone a las políticas de “asimilación” que buscan acabar con el sentido identitario de los pueblos primigenios y extiende su tutela a derechos colectivos de las naciones indígenas.

Es indispensable, ya de inmediato, alcanzar reivindicaciones históricas sobre la territorialidad y autogobierno que a los pueblos aborígenes les han sido conculcados y garantizar su supervivencia. Los derechos indígenas rebasan los de las minorías porque éstos, como naciones originarias son acreedores históricos de los que, sus antepasados, siendo soberanos, fueron despojados por invasiones y de los cuales deben ser restituidos como pueblos.

Si la violación de los derechos de un solo individuo hace ver al estado como dictadura, se maximiza esa visión si la transgresión es a una etnia. La riqueza de las tierras, ríos. selvas y montañas de los pueblos indígenas ocupados por milenarias generaciones originales, provoca la ambición de individuos y empresas banales que luego son protegidos por políticos cuya única vocación es enjoyarse vendiendo, destruyendo y acabando con las riquezas naturales de la patria y del pueblo; eso es auténtico “genocidio” incubado por autores y cómplices, que además cuentan con defensores en lo judicial, lo legislativo e incluso, traidoramente, en el extranjero, todos ellos son igualmente responsables.

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