Opinión

Memoria

Infatigable luchador social y entrañable amigo, Moisés Picazo Salazar

A su memoria.

A veces es necesario contar de nuevo la historia para que no se nos olvide el abuso, el agravio, el engaño y el saqueo del que hemos sido objeto; también recontar el origen del daño sufrido; es posible que los jóvenes de esta época desconozcan  los esfuerzos que se han hecho para construir los equilibrios y contrapesos que han permitido avanzar, lentamente, pero avanzar en fin, en la construcción de nuestra joven y débil democracia –que no es solo el acto de un día, votar y ya- que va mucho más allá y que implica la construcción de efectivas relaciones entre el Estado y la Sociedad; es decir entre las reglas, instancias, instituciones, procesos y procedimientos que nos hemos dado, y los beneficios que todo ello debe significar para la sociedad toda.

El camino andado ha sido largo y nada fácil; construir una democracia en cualquier país no se ha estado exento de violencia, de sangre, de sacrificios, de engaños que permiten avances y retrocesos; las discusiones han sido permanentes y la diversidad de ideas e intereses también; por ello y en aras de valorar lo que tenemos, me permito, amable lector, hacer un poco de historia sobre el camino recorrido.

En 1917, febrero 5, se crea la Junta Empadronadora, las Juntas Computadoras Locales y el Colegio Electoral; se buscaba establecer una base para organizar las elecciones federales realizadas en marzo del mismo año; Venustiano Carranza es electo Presidente de México;  en 1946 se crea la Comisión Federal de Vigilancia Electoral, que es integrada por el Secretario de Gobernación y otro miembro del gabinete, 1 diputado, 1 senador y 2 miembros de los partidos más representativos; en 1951 se crea la Comisión Federal Electoral, que además del secretario de gobernación la integraban 2 representantes del poder legislativo, 1 de cada partido y un notario público que fungía como secretario; a través de esta comisión se consigue el control total de las elecciones y el registro permanente de los partidos políticos; se le faculta para interpretar y aplicar la ley electoral del momento, la distribución geográfica de los distritos electorales, listas de candidatos uninominales y plurinominales; resolver cualquier conflicto o apelación electoral; la asignación de tiempos a los partidos en radio y televisión, y las prerrogativas para el uso de esos medios. No está demás decir que la calificación de las elecciones y la defensa de los resultados se hacían en el Colegio Electoral controlado por la secretaría de gobernación. Control absoluto, el gobierno era juez y parte.

La “caída del sistema” en las elecciones presidenciales de 1988, agregada a la elección de José López Portillo, en 1976 siendo el único candidato, se acumularon junto con el crecimiento de la clase media y presiones del exterior, para que iniciara el proceso que permitió arrancar de las garras del gobierno la organización y calificación de las elecciones. Esto sucede con la creación del Instituto Federal Electoral en agosto de 1990, 73 años después de la creación de la Junta Empadronadora a partir de la cual se fueron estructurando, cambiando nombres y reformando las reglas y procedimientos para que el gobierno, es decir el presidente, se mantuviera como el gran elector.

Con la transformación del IFE a Instituto Nacional Electoral, INE, se continúa el proceso de ciudadanización de las elecciones en tanto asumimos el doble rol: cuidarlas y votarlas, por lo que no pueden venir a decirnos que debe desaparecer como lo escupió “Mario el Exterminador”; o que se amerita una profunda reforma en beneficio de México –así, sin más detalle- y que además ataca al presidente, como lo dice Monreal, quien no recuerda que los partidos políticos reformaron a gusto según les iba en las elecciones, cuando militaba en el PRI; ha sido largo el camino recorrido; hay cosas que deben ser perfeccionadas; otras que deben ser agregadas a la estructura electoral tanto en lo organizacional como en lo funcional, los partidos deben ser acotados en aras de la representación efectiva. Pero exterminar al INE, NO; primero porque no es de ellos, es de todos los mexicanos, y debemos aprovechar la coyuntura que vivimos para dar el paso definitivo y consolidar la democracia, claro que debe dejar de ser entendida como el acto de un día. No es solo asunto electoral, es también calidad de gobierno, de Estado, de Sociedad, de fortalecernos para enfrentar los retos que están por venir. Debemos defender lo que TODOS hemos construido; la apatía nos regresará a un pasado de saqueos y simulaciones. Salir a VOTAR y razonar el voto es obligación inmediata.

En el Cajón

Para transformar realmente al país, son fundamentales un buen diagnóstico de la situación, y los contrapesos efectivos para controlar el poder; en este momento tenemos dos alternativas: El Control Jurisdiccional donde el Derecho debe controlar y limitar el ejercicio del poder (Hans Kelsen), y el Control Político donde el Pueblo, “la dictadura soberana” ejerce la soberanía por medio de un Jefe, en el que confía y se identifica (Carl Schmitt). Sobre este tema abundaré en próxima colaboración.

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