Hacerlo, es lo necesario
Miguel Ángel Ordaz
Durante las últimas cinco décadas y a partir de la creación del IFE, la participación ha sido parte del discurso social en el país, mismo que no ha sido bien visto si hacerlo no parte del impulso gubernamental.
Durante este lapso se promueve la democratización del país, que hasta ese momento no pasaba de ser una simulación más. Los partidos políticos han migrado de organizaciones políticas a guardas y testaferros del poder, pasando por dirigencias que actúan como dueños, oferentes de franquicias, y en los últimos tiempos en verdaderos entes burocráticos que aparecen cuando se avecinan tiempos de elección; así, a los ciudadanos, como al nopal, solo lo van a ver cuándo tiene tunas.
Son perfectos los tiempos electorales para estas visitas. El sistema político que nos cargamos y la forma tan torcida en que mutó el régimen de gobierno, permitieron que los principios democráticos de efectiva representación y actuación de los representantes se fueran despegando de la comunidad, al tiempo que la búsqueda del poder tuviera como principal motivo el poder mismo; por eso vemos el permanente reciclaje de candidatos -a pesar de su desastroso paso por otros cargos, uno como alcalde, y otro para diputado local que ya es por su tercera vez- que obedece su participación más a la consolidación de un grupo en el poder, que el uso de este en beneficio de todos nosotros los ciudadanos contribuyentes. Dejemos de solo ver, es tiempo de razonar y sobre todo de actuar, de hacer.
Mientras la representación deja mucho que desear y la democracia participativa es sujeta de manipulación, las alternativas participativas se reducen a que nosotros, los ciudadanos, la sociedad, lo hagan a través de los pocos instrumentos que van quedando en este proceso de transformación, desmantelamiento institucional, que estamos viviendo. Uno de esos instrumentos es el derecho a saber, a conocer lo que hace el gobierno, lo que deciden quienes forman y formaron parte de él. Si el “mayoriteo” tramposo y cínico de la legislatura que recién terminó en Coahuila, al servicio del ejecutivo, no permitió entre otras cosas, que se diera cuenta precisa de los créditos contratados por el gobierno estatal durante estos tres años, no podemos esperar más para exigir nuestros derechos. Salgamos este domingo 18 de octubre a realizar un voto razonado, y preparémonos para exigir cuentas específicas al Poder Legislativo.
Cambiemos el verbo esperar por el de exigir; lo podemos hacer; empecemos este domingo con el firme propósito de no perder de vista la actuación de los servidores públicos, del uso de los recursos, de las decisiones de los órganos colegiados y del sentido del voto de quienes los integran, trátese del Congreso local, o del Cabildo. El objetivo principal de la transparencia y la rendición de cuentas es incidir en las políticas y participar en la elaboración de las políticas públicas a través del ejercicio del derecho a la información.
Ejercer este derecho implica dos obligaciones: conocerlo y aplicarlo, y conocer al sujeto de aplicación, al gobierno, a la parte del mismo que nos interese saber lo que hace.
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