Espejos
Hace un par de semanas se informaba en todos los medios que, derivado de la apertura de más actividades y por el inicio de la temporada invernal, se incrementaría el número de personas contagiadas por COVID-19 en Francia, Alemania, Inglaterra y España entre otros países.
A finales de enero del presente año se empezaron a tomar las primeras medidas para enfrentar la pandemia que venimos padeciendo y, esos mismos países, incluyendo Italia, sufrieron importantes pérdidas de vidas humanas y en su economía.
En esta ocasión, las medidas para enfrentar la crisis sanitaria llegaron tarde y el precio que han pagado ha sido alto; en este momento –octubre y noviembre- parece que se aprendió la lección y establecieron medidas más fuertes para impedir que los contagios aumenten; se restringe la salida de las personas, se patrullan las ciudades, se establecen puntos de control, en fin, se aplican medidas de fuerza, se usan las facultades que todo Estado tiene para mantener el orden y la disciplina en situaciones extraordinarias.
Hace un par de semanas, y prácticamente todo el año, el Estado mexicano a través del gobierno federal se ha concentrado en contar los contagios y fallecimientos que ha cobrado la pandemia; políticas específicas para cambiar los patrones de comportamiento de gran parte de la sociedad, no se han visto, el conteo sigue y queda la responsabilidad en la sociedad de tomar las medidas necesarias para detener el contagio y salvar la vida; es claro que en el primer momento –principio del año 2020- se desdeñó el uso de cubre bocas, se invitó por la autoridad a salir a la calle sin él, a darse abrazos, asistir a convivios y salir con la familia a comer a las fondas, según palabras del presidente de la República; el conteo continua como rutina burocrática y la normalidad la vemos en el aumento de los decesos que según el conteo, llegaremos a los 100mil antes que termine este mes de noviembre.
En este panorama, el uso de facultades del Estado sigue en pausa. Parece que la intención es no usarlas; es posible que se mantengan guardadas por aquello de seguir considerando que el uso de la fuerza pública para establecer controles en la movilidad de la población, pueda ser confundida con represión, y eso significa votos. Así pues, en la segunda oleada, prácticamente estamos como en la primera, esperando llegue, para tomar decisiones; estar frente al espejo que no refleja la realidad solo servirá para tropezar –otra vez– con la misma piedra, pero con efectos aún más devastadores y trágicos.
La mayoría asociada que tiene el partido en el gobierno en Cámara de Diputados y de Senadores, ha servido para desmantelar instituciones sin diagnóstico alguno; allí se atiende el capricho e intereses del presidente; el mandato otorgado a nuestros representantes ha servido para ello.
A partir de enero de año 2021 en Coahuila tendremos la misma situación: mayoría de legisladores del partido en el gobierno.
Este otro espejo reflejará la realidad que el gobierno quiera ver; sus efectos serán nocivos si no rescatamos la representación que mandatamos.
Necesitamos una agenda que refleje nuestros intereses; como en el problema sanitario, también en este caso tener un Congreso decente, serio y responsable dependerá de nosotros, no importa que el ejecutivo diga que “no tiene carta blanca”. Habrá oportunidad de abordar en próxima colaboración este importante asunto.