Opinión

Elecciones en Coahuila: ¿merecemos a esos candidatos?

Por Patricia Vargas Bryan

Finalmente iniciaron las campañas de candidatos a diputados locales en Coahuila. Históricamente, se trata de las elecciones que registran mayor abstencionismo en la entidad, y no es gratuito.

La ciudadanía, en general, desconoce las atribuciones de sus representantes en el poder legislativo, tanto de sus diputados como de regidores a nivel municipal. Por lo tanto, la observación y el seguimiento que se da al trabajo de los mismos, también es escaso. Sin embargo, en el trabajo de cabildos y congresos locales recaen tareas fundamentales para mejorar la calidad de vida de la ciudadanía. Son las y los diputados quienes proponen, modifican y aprueban las leyes que rigen nuestra vida diaria; también es obligación de los integrantes del congreso fiscalizar a las instituciones del gobierno estatal, es decir, vigilar y solicitar cuentas de todas las secretarías y sus dependencias para evitar actos de corrupción y garantizar que lleven a cabo sus planes y programas. Otra atribución muy relevante de la Cámara de Diputados es revisar y aprobar el presupuesto del estado. 

La explicación de la baja participación ciudadana en las elecciones de diputados sin duda obedece a múltiples factores. No se trata de un desinterés cultural por participar en la vida pública, como podemos constatar en el número de partidos nuevos en Coahuila (en estas elecciones participan 11 partidos), o en los foros de discusión y noticias que se comparten en redes sociales. Se trata más, estoy convencida, de un desinterés provocado intencionalmente por las mismas instituciones del Estado, porque les representa el beneficio de la oscuridad para seguir maniobrando a favor de intereses partidistas o privados. No se nos olvide que fue el congreso el que legitimó una deuda ilegal en Coahuila por la que pagaremos por generaciones.

El Congreso falla, como institución, en comunicar adecuada y oportunamente sus labores. Los diputados promueven su imagen individualmente pero difícilmente comunican a detalle sus tareas en el congreso. Las autoridades electorales, que además deben encargarse de promover la participación ciudadana, no implementan programas y proyectos eficaces con este último objetivo. Los partidos utilizan al congreso como la cancha donde se reparten prebendas y hacen tratos para beneficiar a sus amigos con contratos, o aumentar sus presupuestos designados.

Por décadas, en Coahuila esperamos contar con un congreso más plural, que representara un verdadero contrapeso y balance al poder del ejecutivo estatal. Esta última legislatura prometía serlo, pero la avaricia y las luchas de poder fueron más importantes de librar para los diputados que las necesidades de los habitantes del estado. Y la próxima legislatura no parece representar un gran avance.

Para este proceso las opciones para la ciudadanía son paupérrimas: ex alcaldes o regidores involucrados en graves escándalos de corrupción durante sus administraciones; diputados que buscan su reelección sin haber ofrecido un solo resultado positivo durante su gestión; cuadros jóvenes sin experiencia en política o siquiera laboral de algún otro giro; influencers y exfutbolistas…

La propuesta de los partidos en Coahuila es un reflejo fiel de su visión de política: una vía para acceder al poder y al dinero público. Pero es un reflejo también de lo que, como ciudadanos, hemos permitido y facilitado. ¿Se imaginan a esos candidatos en Suiza? Y no es que en países democráticos desarrollados no existan la corrupción o los intereses privados, sino que la ciudadanía ha comprendido el valor de su participación y el costo tan alto de no involucrarse.

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