Opinión

Elecciones en Coahuila: ¿A qué apuestan los partidos?

Patricia Vargas Bryan

En Participación Ciudadana 29 Laguna seguimos promoviendo la participación de la ciudadanía de Coahuila, especialmente en Torreón, en el proceso electoral en curso para elegir diputados locales. Como organización de la sociedad civil, hemos abrazado el objetivo de contribuir a la formación de ciudadanos activos, que observen y señalen las decisiones que impactan la vida de todos desde las instituciones de gobierno, que exijan a las autoridades el cumplimiento de sus deberes y la garantía de nuestros derechos. Asistir y votar el día de las elecciones es una parte fundamental pero no exclusiva de las responsabilidades ciudadanas en estos momentos.

En estas elecciones en particular, los partidos han apostado a la desmemoria, al desinterés y a una supuesta apatía ciudadana que tal vez calcularon con base en el altísimo porcentaje de abstención que suelen tener las elecciones de diputados especialmente. Pero las reacciones en redes sociales parecen indicar que erraron su cálculo. Nadie (salvo militantes y aplaudidores oficiales) se explican la candidatura de Eduardo Olmos, por ejemplo, exalcalde que dejó cuentas opacas y explicaciones pendientes por muchos millones a los torreonenses tras su gestión.

Cientos de usuarios en Facebook y Twitter se burlan constantemente de las propuestas absurdas y la nula experiencia profesional de muchos candidatos, demasiados candidatos al no existir alianzas entre partidos en esta contienda. Es desesperanzador que los partidos hayan arriesgado cualquier ápice de prestigio o seriedad como organizaciones para lanzarse sin escrúpulos por la mediocre cantidad de votos que necesitan para conservar sus registros: candidatas “influencers”, candidatos con plataformas abiertamente religiosas, jóvenes cuyo máximo logro ha sido “casi” ser jugador profesional de futbol…

Pero aún que sabemos que la mayoría de esos candidatos absurdos no llegará a ocupar una curul en el Congreso estatal, vale la pena preguntarnos y observar: ¿qué les ha sido ofrecido a cambio de prestarse a este espectáculo electoral? Dinero, seguramente, pero tal vez también otros puestos en la administración estatal o municipal, o incluso la promesa de un favor personal.

Lo más preocupante no son esas candidaturas. Lo que más parece insultar a la ciudadanía son las reelecciones que buscan algunos diputados en funciones que han fallado en entregar un solo resultado positivo o concreto de aquello que prometían en su anterior campaña. Ellos, los que quieren volver a representarnos, deberían de tener más alta la vara de exigencia ciudadana para pedir nuestro voto. Pero apuestan, me parece, a la falta de información que tenemos sobre su trabajo, sus funciones y por su puesto sus posiciones respecto a temas importantes que deciden omitir en sus anuncios o espectaculares.

Lo mejor que podemos hacer como ciudadanos es redoblar esfuerzos y ocupar cada día más espacios en la discusión de lo público y la política de nuestro estado. Porque “hacer política” no es sinónimo de ser funcionario, sino de tomar acciones en favor de la sociedad. Mientras sigamos regalando a partidos y candidatos la comodidad de nuestro silencio y el voto mínimo necesario para conservar sus privilegios, seguiremos frustrados elección tras elección al no ver reflejados en sus perfiles de candidatas y candidatos la capacidad y la ética que esperamos para confiarle nuestra representación.

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