El Espejo Cercano
Reformar. Cambiar para mejorar. RAL
Miguel Ángel Ordaz
Un cheque en blanco le sirve al que lo recibe para que el decida la cifra que se le antoje o le acomode; él lo puede utilizar para mejorar su situación, para decidir cómo apoyar a los que lo requieren, para gastarse la cantidad en pitos y flautas, para proyectar como mejorar las condiciones de vida de su familia o del vecindario; para gastarlo en lo que no necesita, en fin, eso puede llegar a ser el Congreso de Coahuila a partir de enero del año 2021, si no lo fiscalizamos. El cheque es del gobernador, resultado de la elección del pasado mes de octubre
Podrá alegar cuando lo reciba que ello es el resultado de su esfuerzo personal, familiar, de grupo, o de una cofradía, y que por ello pude compartir la cantidad que le puso, con cualquiera de ellos, si así lo desea; en blanco y al portador y que puede servir para acceder a más beneficios, sin importar quien expide ese cheque. En mi colaboración anterior explicaba algunos de los nefastos efectos del rompimiento del equilibrio de poderes, y que, en México, este equilibrio solo ha sido formal, y en no pocos casos se ha mantenido como una simulación más, juego favorito del sistema político que nos cargamos.
En este escenario es donde serán definidas las relaciones entre el gobierno y la sociedad en esta terrible situación que vivimos; donde se debemos discutir la pertinencia de las reglas y prácticas vigentes de beneficio para la sociedad o para el gobernante. La práctica de tantas décadas nos dice que el beneficiario ha sido este último. Por ello es hora de poner sobre la mesa, de llevar a juicio a lo que Guillermo O’Donnell ha llamado “democracia delegativa” donde se diluye -a partir de la práctica- la efectiva representación otorgado por un mandato de los ciudadanos a los servidores públicos que elegimos: los titulares del poder ejecutivo estatal y municipal y quienes integran a los órganos colegiados del congreso y los Cabildos, Diputados, y Síndicos y Regidores.
Esta figura de O’Donnell, es nuestra democracia representativa, que por sus hechos en Coahuila nos debe muchas explicaciones y amerita hacer lo necesario para ponerla sobre la mesa; si bien es menester revisar y en su caso reformar la estructura legal en la que se soporta, también debatir y proponer nuevas reglas para el ejercicio de sus funciones donde la discusión, el debate, los acuerdos, las propuestas, los procesos, instrumentos y mecanismos de toma de decisiones se estructuren en beneficio de los representados; donde los asuntos que se integren a las diversas agendas sean los que le interesan a los mandantes, a la comunidad.
El reflejo del espejo del Congreso Nacional nos presenta la distorsión de la representación popular, espacio donde se negocian los asuntos de acuerdo a los intereses personales y de grupo: del presidente, de los presidentes de las bancadas, de los presidentes de los partidos o de sus dueños, de los que compraron sus franquicias; donde se acuerda el trato a los asuntos fundamentales valiéndoles nuestras necesidades e intereses; es ver a donde fue a parar nuestro mandato.
¿Cómo fue que en Coahuila se llegó a contratar una deuda de más de 36 mil millones de pesos, y que a la fecha solo por intereses se ha pagado una cantidad similar y un abono ridículo a capital? ¿Quiénes aprobaron los créditos correspondientes y donde están ahora? ¿Por qué se sigue manteniendo en el presupuesto anual, que se destine hasta un 3% del total para gastarlo en publicidad y propaganda? Son algunas preguntas que buscan provocar al amable lector para invitarle a la reflexión y la participación que nos dé como resultado la elaboración de nuestra Agenda, la Agenda de la Sociedad, que represente nuestros intereses y permita rescatar la representación que les mandatamos al gobernador, alcaldes, diputados, síndicos y regidores. Claro que hay más preguntas y dudas sobre la gobernación y la representación.