
¿De qué?
Por Miguel Ángel Ordaz
Justificar. Probar algo con razones convincentes, testigos o documentos RAL
Hace poco más de un año, el mundo se vio sorprendido por la aparición de un virus y a partir de ese momento los acontecimientos derivados de este hecho se sucedieron con impresionante velocidad. En incredulidad y pasmo cayeron algunos gobiernos.
El regreso de animales a sus espacios perdidos cuando las ciudades empezaron a asolarse y sus habitantes a recluirse, daba la impresión que recuperaban su hábitat (aunque parezca ironía), muchas cosas empezaron a cambiar pero algunas prácticas no, al menos no tanto como debieran.
Aparecen expresiones como “la nueva normalidad” dando a entender que lo que está sucediendo ya se empieza a perfilar y efectivamente está sucediendo, empiezan a cambiar hábitos y conductas, aparecen nuevas formas de interacción social que ya venían dándose y ahora se consolidan y no sabemos qué efectos producirán cuando se haya controlado la crisis sanitaria, pero lo que sí sabemos es que para quienes detentan el poder público y político, el tiempo se detuvo solo un momento y mantienen las mismas viejas formas y prácticas. La normalidad es la misma, aunque estén cambiando el entorno y las condiciones.
Si la intención de un gobierno es dividir y confrontar, en México se ha conseguido utilizando el dicho, pero no el hecho. Si la intención de un gobierno es eliminar o controlar los contrapesos, en México y en Coahuila se ha conseguido. La mayoría en cámara de diputados y congreso local del partido en el poder han permitido que ese contrapeso sea solo una oficialía de partes que da curso a lo que quiere el presidente o el gobernador, en uno se empieza a conformar la cofradía que antecede a la mafia, en el otro solo se le da continuidad y consolida; en uno se hace el esfuerzo y las acciones necesarias para poder regresarnos al pasado, en el otro solo se mantiene, es decir, las prácticas son las mismas. El abuso de la representación está vivito y coleando, sigue sin dar cuentas a los representados, sigue sin consultarnos para decidir las acciones a realizar, sigue obedeciendo consignas del poder que debe vigilar, sigue sin atender la responsabilidad con quien le entrega el mandato, por ello la pregunta es ¿de qué es responsable un legislador?
La justificación más socorrida que da un diputado o un senador es que todo lo que hace está apegado a la ley, misma que cuando se discute se le hacen los ajustes necesarios para que los cófrades sean los principales beneficiarios, y cuando la situación se empieza a complicar en la búsqueda de la representación, se impone la voluntad de quien concentra el poder y punto, total impresentables los hay en todos los partidos. ¿Qué importa que un candidato a gobernador en Guerrero esté sujeto a proceso por violación? ¿O que en Coahuila nos represente quien en dos momentos autorizó la contratación de la deuda que cargamos y legalizó la que se contrató de manera ilegal? Si no hay reclamos, tan campantes como Juanito el Caminante. ¿La responsabilidad? Bien, gracias.
Esta es la realidad que debemos cambiar; llamar a cuentas a quienes otorgamos el mandato y revisar las reglas en que se sostiene la legalidad de sus actos que en no pocos casos es injusta, exigir los cómo y con qué pretenden cumplir sus ofertas quienes aspiran a cargos en la próxima elección. El juego de imágenes que ya empieza a asomar es la forma que van a usar para conseguir el voto, que importa la idea, el razonamiento, el debate. No permitamos que el futuro de nuestras familias sea definido por cofradías y mafias políticas. Ajustar las reglas a la realidad que asoma no es asunto de exclusividades, nuestra participación y aporte de ideas para discutir y debatir debe ser la novedad, debemos definir el lugar y los tiempos. Participa amable lector, involúcrate con tu vecindario y exige a tu representante. En PC 29 te decimos cómo.
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